Donostia pese a ser una ciudad pequeña, está envuelta de historia y tiene una oferta cultural enorme.
Sin duda, es una ciudad para repetir siempre, ver sus barrios, palacetes, disfrutar de su gastronomía y perderse por sus calles para empaparte de su singular carácter. Nosotros estuvimos justo antes de realizar la Vía Verde del Plazaola, y aquí os contamos nuestra experiencia en esta bonita ciudad.
El mar trajo a San Sebastián a los primeros pescadores que buscaron el refugio del monte Urgull. Después atrajo el interés del Rey Sancho de Navarra, que la fundó, y de todos los ejércitos que pasaron por aquí en la historia de la guerra. El mar trajo también a una reina con problemas de piel y la moda posterior del veraneo. Y el mar ha traído el potencial cultural, económico y turístico actual.
Se encuentra situada frente al mar Cantábrico, rodeada de espectaculares montañas y a pocos kilómetros de la frontera con Francia.
Precisamente por ese motivo y por las batallas sufridas, Donostia resulta una ciudad con un gran patrimonio histórico y riqueza arquitectónica muy variada, y con una gran influencia de la Belle Époque vivida.
¿Qué ver en Donostia?
Es difícil definir Donostia ya que desde cada uno de sus barrios, montes, interior o costa, ofrece una imagen totalmente diferente.
No hay un único Donostia.
Se pueden ver muchos. Tantos como barrios cuenta la ciudad.
Está el Donosti de los pintxos y la playa, pero también el cinéfilo,
el de los paseos junto al mar, el de la arquitectura moderna, el surfero o
el runner, el de los bosques pegados al Cantábrico, o el que disfruta la
familia al completo. Sólo hay que pasar y ver.
Os invitamos a visitar a través de este artículo, algunos lugares imprescindibles para descubrir esta bella ciudad y enamorarte de ella.
Nosotros la visitamos antes de iniciar la Vía Verde del Plazaola y nos gustó tanto que repetimos con la Ederbidea.
Empecemos con la visita ¿Qué ver en Donostia?:
Monte Igeldo.
Situado en el extremo oeste de la bahía de Donostia, se alza con sus 181 metros el fantástico monte Igeldo, que junto con el parque de atracciones del mismo nombre, el funicular y su estación y el Peine del Viento, forman un conjunto imprescindible durante la visita a la ciudad.
Nos situamos a los pies del monte y encontramos bien indicada la estación del funicular, uno de los edificios más bonitos de la ciudad y el funicular.
Construido el 25 de agosto de 1912 con vagones de madera, y que será el encargado de subirnos a la cima en un romántico paseo que solo será el augurio de lo que en su cima encontraréis.
Horarios y precios aquí.
Bajando del funicular, nos encontramos ya dentro del Parque de Atracciones Monte Igeldo.
Un parque creado en 1912, que no os dejará indiferentes con sus atracciones vintage haciendo las delicias de grandes y pequeños.
Horarios y precios aquí.
Pero sin duda, una de las atracciones indispensables, es subir al Torreón.
Antiguo faro de Donostia, también llamado La Farola, que cumplió la función hasta que en 1854 construyeron el actual, unos metros más abajo, en el mismo monte.
Actualmente, forma parte de las atracciones del parque y merece la pena subir y ver desde las alturas Donosti, la costa guipuzcoana y sus alrededores.
Otro de los lugares indispensables del monte Igeldo, es la fantástica terraza de la cafetería y ver la panorámica que ofrece de toda la bahía de la Concha. Un momento ideal para hacerlo es al atardecer y ver la puesta de sol.
Peine del Viento.
Sin duda una de las esculturas más conocidas es el Peine del Viento, de Eduardo Chillida, situada en el extremo oeste de la bahía, al final de la playa de Ondarreta.
Quizá un dato que no es tan conocido, es que su nombre real es el Peine del Viento XV ya que forma parte de un conjunto de 23 esculturas, de las que aunque al principio solo se iba a instalar una, finalmente se decidieron colocar los tres peines, simbolizando lo que un día estuvo unido; presente y pasado. Y mar adentro mirando al horizonte lo que nos depara el futuro.
Indiscutiblemente, resulta un lugar de encuentro, desconexión y donde encontrar unos instantes de paz en su fantástica plaza de granito rosa construida en forma de anfiteatro por el arquitecto vasco Luis Peña Ganchegui, al tiempo que Eduardo Chillida colocaba sus esculturas.
A modo de sugerencia, os remendamos sentaros en uno de los bancos del anfiteatro y tomar un instante para disfrutar de las olas y el viento jugando con los peines, al tiempo que el mar brota por los agujeros de la plaza, como si de pequeños geiseres se tratara.
Playas urbanas de Donostia.
Zurriola, situada en el extremo este de la bahía, junto al monte Ulía y el barrio de Gros, uno de los más vitales de la ciudad, a sus espaldas.
En su paseo marítimo podemos encontrar el Palacio Kursaal, obra de Rafael Moneo, representando dos grandes rocas varadas frente al mar.
Este edificio es la sede del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, además de acoger grandes eventos culturales.
Otro de los grandes festivales que acoge Zurrieta, es el Festival de Jazz durante el mes de julio.
Si las otras dos playas son conocidas por su carácter tranquilo y familiar, esta es todo lo contrario.
Refleja el carácter inconformista del barrio, y la más versátil con sus constantes olas. Por ello destaca como preferida por surfistas, ya que permite practicar este deporte tanto en marea alta como baja.
La playa de la Concha, la más conocida dando frente a la ciudad con su preciosa barandilla de rosetones de herencia francesa y sin duda, donde se concentra el centro marítimo turístico de la ciudad.
Encontramos su inicio en los pies del monte Urgull en la Parte Vieja y su final en el pequeño monte en el que se alza el Palacio de Miramar, y con frente a la Isla de Santa Clara.
Antiguamente la Isla de Santa Clara estaba unida a la península y fue declarada Centro Histórico de Interés Nacional hace 40 años.
Hoy, con un perfil escarpado, posee un embarcadero y una pequeña playa, solo viable con la marea baja, una piscina de agua natural y también dispone de un singular camino, que nos hará llegar a la ermita, ya en su cima que hace la función de faro a la vez.
Por último, la playa de Ondarreta, situada en el barrio Antiguo, cruzando el túnel decorado con motivos marinos, herencia de la capitalidad europea de la cultura de 2016, dejaremos atrás La Concha y hasta el monte Igeldo y con final en el Peine del Viento, disfrutaremos de ella.
Pese a la continuación de la bahía, el paisaje cambia y se hace evidente el cambio de barrio.
Esta playa es la más apreciada para pasar un día en familia por su oferta en servicios ya que dispone de bares playeros, parques infantiles e incluso de alquiler de toldos y tumbonas.
En cuanto a sus aguas, calmadas con escasas olas y a su amplitud, la califican de ideal. Ondarreta también es el punto de salida para nadar el medio kilómetro que la separa de la Isla de Santa Clara.
Un trayecto que hace las delicias de padres e hijos, convirtiendo la hazaña en toda una aventura.
Aquí encontramos la pasarela Pico de Loro que durante la marea baja, pasamos de una playa a otra a través de ella.
Además del precioso Palacio de Miramar rodeado de jardines con vistas a la bahía, donde realizar un descanso.
Palacio de Miramar.
Aquí nació el primer núcleo de población del barrio Antiguo entorno al que fue un monasterio dedicado al santo francés San Sebastián.
Hoy en día no queda nada de ello, ya que se encuentra el actual Palacio de Miramar.
Dicho palacio fue construido a finales del siglo XIX en estilo “cottage inglés” por el arquitecto británico Seldon Wornum, que también diseñó diferentes palacios en Biarritz y San Juan de Luz.
Se construyó en ladrillo y piedra arenisca con entramado de madera. Sus jardines son obra del maestro jardinero Pierre Ducasse, autor también, de los jardines del Palacio de Aiete y de la plaza de Gipuzkoa.
Desde 1853 se convirtió en residencia de vacaciones de la Reina Maria Cristina, Alfonso XIII y Juan Carlos de Borbón.
Actualmente, sus jardines son lugar de reunión para descansar con unas vistas espectaculares de la bahía, además de poder alquilar sus salones para realizar distintos actos. Así mismo, la Universidad del País Vasco, realiza en él los cursos de verano.
Monte Urgull.
Es el monte situado entre la Parte Vieja y el Paseo Nuevo con vistas al mar Cantábrico. Su altura es de 123 m y alberga una gran parte de la historia de San Sebastián.
Durante siglos fue propiedad del ejército que lo utilizó para defender la ciudad fortificando sus laderas y cima. No fue hasta 1915 que el estado vendió el monte al Ayuntamiento, iniciando este la voladura de sus murallas y restaurando más tarde algunos de sus edificios recuperando así, el pasado histórico de Donosti.
Rodeado de bonitos senderos con indicaciones hacia todos los puntos de interés, podemos llegar a su cima.
En total encontramos 4 puntos de ascenso para realizar los recorridos. El más antiguo lo encontramos junto a la Basílica de Santa María del Coro.
También podemos comenzar el camino frente al Museo San Telmo, en la confluencia de las calles Mari y Virgen del Coro o en el Paseo Nuevo.
Cada uno de ellos esconde parajes naturales y miradores en los que disfrutarás de las estampas más bonitas de la ciudad.
Pero si hay un paseo que deja entrever toda la historia que se esconde en las laderas de este monte es el que sube desde la plaza Zuloaga y baja hasta el Paseo Nuevo.
Este camino nace junto al Museo San Telmo y va ascendiendo a través de un sendero asfaltado de fácil acceso.
Durante el paseo no dejes de disfrutar de los miradores que te irás encontrando por el camino. Cada uno te ofrece una panorámica distinta de la ciudad.
Llegados a su cima, pasea entre las murallas y fortificaciones del Castillo de la Mota y Sagrado Corazón y viaja en el tiempo hasta 800 años atrás sumergiéndote en la Casa de la Historia.
Descendiendo del monte a través del Paseo Nuevo, encontremos la Batería de las Damas. Uno de los puntos que esconde más historia.
Antiguamente, en este punto había una fuente en la que las damas de la ciudad subían a por agua, siendo punto de encuentro entre ellas y los soldados.
Actualmente, alberga una pequeña biblioteca abierta durante los meses de verano y la semana santa.
Otro de los puntos más fascinantes del monte, es el Cementerio de los Ingleses.
Como no podía ser de otra manera, unos cuentan que se construyó sobre una fosa de soldados franceses otros, que esconde la historia de amor entre un soldado inglés y una muchacha de la ciudad.
Sea como fuere, no podéis pasar de largo sin recorrer sus mausoleos y lápidas, dedicadas a los soldados ingleses muertos defendiendo Donosti de la guerra carlista ocurrida durante el 1837.
Un cementerio entre la maleza del bosque, con la gran roca velando por él a modo de cúpula con una gran águila, con un toque romántico a la vez que macabro, pero que forma parte de la historia bélica de la ciudad.
Museo San Telmo.
El Museo de San Telmo, el más antiguo del País Vasco e inaugurado 1902 expone la historia de la sociedad vasca y ciudadanía.
El edificio original del Museo de San Telmo fue un convento dominicano construido en el siglo XVI, con modificaciones continuas llegando a ser antiguo cuartel de artillería y finalmente en el siglo XX, el museo actual.
Contiguo al antiguo edificio se construyó un anexo vanguardista en 2011, ya que pronto empezó a quedar afectado por la falta de espacio.
La visita resulta muy amena e interesante y fue una grata sorpresa. Además dispone de un espacio con exposiciones itinerantes que en esta ocasión estaba dedicado a Jorge Oteiza y Eduardo Chillida.
Un espacio que os recomendamos visitar sin prisa y deteneros en cada uno de sus paneles explicativos, es la iglesia del convento con los lienzos de Josep Maria Sert. Sin duda, extraordinarios.
Horarios y precios aquí.
Tabakalera.
Situada en la antigua fábrica de tabaco de Donosti, y tras 4 años de remodelación, abrió sus puertas en 2015.
La Tabakalera es un centro internacional de cultura contemporánea, en el que ofrece en cada una de sus plantas obras creativas con el objetico de impulsar el talento y la creación contemporánea.
¿Qué puedes hacer en Tabakalera?
Pues además de visitar las exposiciones itinerantes, dispone de una biblioteca, un laboratorio de creación, alquiler de espacios, un hotel (One Shot Tabakalera House), un restaurante (Labe – Digital Gastonomy Lab) y una bonita cafetería (Cafetería Taba).
Y lo mejor de todo, que está orientado a todos los públicos, por eso se puede disfrutar de este espacio en familia también.
Horarios y precios aquí.
¿Dónde comer?
La oferta de restauración en Donostia es muy amplia, pero sin duda alguna, la más extendida son los bares de pintxos y los asadores.
Otras opciónes interesantes y en auge son las experiencias gastronómicas como las que brinda alguna sidrería, que además de ofrecer una visita al caserío y a la bodega, nos deleitan con un delicioso menú de comida tradicional vasca.
En la Parte Vieja y por tratarse de calles peatonales, encontraremos una gran cantidad de bares para tomar unos pintxos y una sidra.
En cuanto a los asadores, los hay para todos gustos y los bolsillos y en esta misma zona de Donosti, también encontraréis una gran oferta.
Nosotros os recomendamos el Restaurante Zumeltzegi con un menú fantástico, y para pitxos tenemos el Bar Vallés como inventores de la “Gilda”, el pintxo por excelencia.
También el primer bar de pintxos de la historia sigue en pie en Donosti y se encuentra a un paso de la playa de La Concha, se trata del bar La Espiga abierto desde 1928.
Por último, también en podemos encontrar algunos de los restaurantes con estrella Michelin como el Arzak, Martín Berasategui, Akelarre, Mugaritz entre otros.
¿Dónde dormir?
En cuanto a hoteles, Donostia nos ofrece una cantidad de hoteles innumerable. Desde apartamentos turísticos, hostales, hoteles funcionales y de lujo, o las cadenas hoteleras que encontramos en todas las ciudades.
Durante nuestras estancias hemos pernoctado en el centro y esta última visita preferimos algo más tranquilo y fuera de la ciudad.
Cabe resaltar que los barrios y poblaciones de los alrededores de Donostia, estan muy bien comunicados por tren. Rápido y fácil y con una alta frecuencia de paso hace que sea muy fácil moverse sin necesidad de utilizar el coche.