El canal de Garona en bicicleta.
El Canal de Garona en bicicleta es una perfecta ruta ciclo turista que todo amante de los viajes sobre dos ruedas debe realizar.
Con inicio en Burdeos y final en Toulouse, a través de una antigua vía de tren recuperada y enlazando su trayectoria entre el canal y el mismo río Garona, pedaleando por caminos segregados entre frondosos bosques y viñedos.
Datos de interés.
Con inicio en Burdeos y final en Toulouse, la ruta del canal del Garona en bicicleta transcurre a través de vías verdes, carreteras muy poco transitadas, segregadas y algún tramo de pista siguiendo el cauce del Garona.
La ruta del canal de Garona está formada por 264 kilómetros de longitud de los cuales los primeros 45 kilómetros, se realizan a través de la Vía Verde Roger Lapébie con inicio en Latresne y final en Sauveterre-de-Guyenne.
De allí llega a la bonita localidad de La Reóle, dónde ya inicia el recorrido siguiendo el canal del Garona, con un leve ascenso hasta Toulouse, a través de un recorrido muy fácil ya que casi en su totalidad, es asfaltado por una vía paralela al mismo canal y a su río.
En cuanto a los servicios disponibles, cabe resaltar que hay que ser prevenido y llevar bastante agua y algo para comer ya que hay pocos lugares donde abastecerse.
Durante la Vía Verde encontraremos algunos restaurantes y bares en las estaciones restauradas de esta vía de tren recuperada.
A partir de Sauveterre-de-Guyenne, los servicios van escaseando ya que la mayoría de esclusas han dejado de ofrecer el servicio de bar.
Para llegar hasta Burdeos, punto de partida, nosotros lo hicimos en furgoneta desde Barcelona, aparcando en una tranquila calle de Agde, punto final del recorrido del canal del Midi, y desde aquí cogimos un tren hasta Burdeos.
¡MUY IMPORTANTE! Los trenes en Francia permiten bicicletas pero en los Intercité se debe reservar la plaza para ella. En cambio, para los trenes TER, la bicicleta es gratuita y no se tiene que reservar, quizá haya que hacer trasbordos, pero aun así, os lo recomendamos.

Historia del Canal de Garona.
El canal de Garona es parte del segundo canal de los dos mares, planeado por Pierre-Paul Riquet, el creador del Canal del Midi, en su proyecto inicial. Debido al elevado coste de los trabajos en la parte del Languedoc no le permitió llevarlo a cabo.
Al finalizarse las obras del Canal del Midi, fue necesario transferir el transporte de mercancías en Toulouse de los barcos a otros de menor capacidad de carga, para llegar hasta Burdeos.
Para ello, se necesitaban 5 días para bajar el Garona hasta Burdeos y 15 días para recuperar las mercancías en el otro sentido. En comparación con los 5 días necesarios para conectar Toulouse a Sète (en ambos sentidos), estando las dos ciudades separadas por 240 km, se puede comprender los problemas financieros que causaba la navegación en el río Garona.
Con la revolución industrial, la necesidad de un canal lateral al Garona vuelve a plantearse. Aunque la zona no es industrial, el paso entre los dos mares fue siempre fundamental para el intercambio comercial entre países.
Finalmente, el proyecto del canal lateral del Garona se encargó a Jean-Baptiste de Baudre, para él la ilusión de su vida y que será considerado el «padre» del Canal del Garona. Al igual que Pierre-Paul Riquet con el Canal del Midi, el señor De Baudre no vera el acabar el Canal del Garona. Murió en 1850.
En el año 1839, el duque de Orleans acompañado por su esposa, la princesa Helena de Mecklembourg (más conocida por haber popularizado la costumbre del árbol de Navidad), ponen la primera piedra del puente-canal en Agen el 25 de agosto de 1839.
El 12 de marzo de 1856, el Canal Lateral del Garona se abrió oficialmente a la navegación en su totalidad, llegando hasta Castets-en-Dorthe, en la Gironda. Entre cientos y miles de hombres y mujeres trabajaron durante diecisiete años para completar el «eslabón perdido» del proyecto ancestral de unir los dos mares.
El Canal del Garona a día de hoy es «navegación de recreo», como el Canal del Mediodía. En el año 2000, la barcaza «Babette» cesó su actividad: fue el último barco mercante.
Las etapas.
Burdeos – Sauveterre-de-Guyenne. 58 kilómetros.
Salimos de la estación de tren de Burdeos en dirección al Pont Saint – Jean por un carril bici bien delimitado a pesar de que estaba en obras y habían algunos desvíos, bien indicados.
Desde su inicio veremos diferentes carteles que nos indican que estamos siguiendo la Euroveló 3, también conocida como la Scandiberique o Ruta de los Peregrinos.
Hasta llegar a Latresne también encontremos otros indicativos en los que se añade la Ruta de la Gironda y el Canal de los dos mares, que es el que nos interesa en esta ocasión.
A los pocos kilómetros llegamos a Latresne donde se da el inicio de la fantástica Vía Verde de Roger Lapébie, punto de inicio de la ruta oficial del canal de Garona.
Esta vía, nos llevará hasta Sauveterre-de-Guyenne a través de la región de Entre-Deux-Mers, por un paisaje precioso de bosques frondosos, abundante sombra y grandes viñedos.
En cuanto al firme, resulta ser una antigua vía de tren recuperada para uso exclusivo de peatones y bicicletas, a excepción de algún tramo próximo a viviendas o núcleo de población, que se combina con carreteras secundarias con escaso tráfico.
En referencia a los servicios durante esta etapa, quizá es la que más bares, restaurantes y algún supermercado encontramos por su proximidad a Burdeos.
Cuando llegamos a Sauveterre-de-Guyenne y después de dar un paseo por su plaza central, nos dirigimos al hotel que habíamos reservado.
Sauveterre-de-Guyenne – Agen. 96 kilómetros.
Después de un gran desayuno, salimos con las primeras luces de la mañana para aprovechar las horas más frescas del día.

Callejeamos por Sauveterre-de-Guyenne para tomar unas fotografías en la que estaba amaneciendo y ya había movimiento en las fabulosas “boulangeries”.
Pese al delicioso olor a pan recién hecho, salimos en dirección a La Reóle en busca del inicio del canal de Garona y seguir su cauce, entre el canal y el río del mismo nombre.
Como en la etapa anterior, se transita por carreteras secundarias, con un tráfico muy escaso, y a través de bonitos pueblos rodeados de campos de vid, castillos y antiguos molinos como patrimonio cultural.
No en vano nos encontramos en uno de los tramos de la Ruta del Vino de Burdeos y la región de Entre-deux-meres.
Aún que la ruta empieza en ascenso, no resulta un desnivel difícil y con el paisaje que vamos encontrando a nuestro paso, como por ejemplo el Moulin de Loubens que invitan a parar para tomar unas fotografías.
Y pocos kilómetros después llegamos a La Reóle.

Esta preciosa ciudad resulta ser una pequeña fortaleza en lo alto de una colina, con un patrimonio histórico importante y desarrollado sobre el río Garona, a ambas orillas, como si de un balcón se tratara.
La Réole es una ciudad histórico-artística situada a orillas del Garona que le invita a descubrir su patrimonio y sus monumentos históricos. El priorato de los benedictinos (siglo XVIII) alberga en la actualidad los servicios administrativos del ayuntamiento. Posee unos magníficos forjados de interés histórico, como las rejas del claustro y las rampas de la escalera de honor, que son obra del forjador Blaise Charlut.
Muy cerca del antiguo monasterio se alza otra silueta emblemática de la villa: el castillo de Quat’Sos, del siglo XIII, del que subsisten tres imponentes torres. Los vestigios de las murallas que jalonan la ciudad también dan testimonio del pasado medieval de La Réole. La iglesia de San Pedro (siglos XII y XVII), antigua iglesia del priorato de los benedictinos, conserva una portada de estilo gótico, un ábside románico y una espaciosa nave.
También cabe destacar el antiguo Ayuntamiento, situado entre la plaza Ricardo Corazón de León y la plaza de los Mártires de la Resistencia. Este edificio civil del siglo XII, que parece ser que fue edificado por orden de Ricardo Corazón de León, es uno de los más antiguos de Francia. La Réole también cuenta con calles empedradas y casas antiguas con entramado de madera que merece la pena recorrer y contemplar.
Tras cruzar el puente colgante, construido en 1934 y que en la actualidad se encuentra cerrado al tráfico motorizado ya que los cables que lo sujetan están en bastante mal estado, pero es apto para viandantes y bicicletas.
Y aquí empezamos oficialmente, El Canal de los 2 mares.

Hasta nuestra llegada a Agen, el canal transcurre por fantásticas pistas asfaltadas en muy buen estado, ideal para realizar en familia y por las que encontramos grupos ciclistas y también peregrinos caminando.
Además, empezamos a ver las famosas esclusas, algunas de ellas ofreciendo el servicio de bar-restaurante y otras como casa particulares.
Nos encontramos con que la gran mayoría están cerradas y son automáticas. Las más pequeñas, o sin puerto recreativo, no disponen de personal autorizado.
En este caso, son los propios navegantes quién realizan el llenado/vaciado de la esclusa hasta su destino.
En nuestro recorrido vamos dejando atrás pequeñas poblaciones con encanto como Mas d’Angenais, Damazan, Buzet sur Baïse, Serignac sur Garonne y finalmente, Agen.
Sin distraernos demasiado, después de tomar un sabroso smoothie a orillas del río Garona, nos dirigimos al apartamento que alquilamos para esta ocasión.

Agen – Toulouse. 112 kilómetros.
Volvemos a madrugar y salimos de Agen cuando la ciudad aún duerme.
Un lugar que a primera hora de la mañana se respira una paz inusual para una gran ciudad, y con una luz preciosa siguiendo su reflejo a lo largo del Garona.
Emplazada a orillas del Garona, Agen, la capital de la ciruela pasa, es una ciudad acogedora y familiar donde da gusto vivir. Pasearse por su centro histórico es ir en búsqueda de lugares emblemáticos como la plaza de los Lecheros, corazón de la animación de Agen, la calle de las Cornières, con sus soportales, la calle Beauville con sus casas antiguas de entramado de madera y en voladizo, la catedral San Caprasio y sus coloridos frescos del siglo XIX, o el museo de Bellas Artes. Este último, instalado en cuatro palacios renacentistas, guarda notables colecciones de arqueología, pinturas, esculturas y artes decorativas, entre las cuales encontramos un excepcional conjunto de lienzos de Goya, y la célebre Venus de Mas-d’Agenais.
A lo largo del Garona, la explanada de Gravier, con sus plátanos, su céspedes y sus avenidas, es un agradable lugar de paseo, muy apreciado por los habitantes de Agen. Más al norte, descubrimos el majestuoso puente-canal, una obra de 539 metros de longitud, que permite al canal lateral del Garona atravesar el mismo río.
En esta ocasión, la ruta aunque pasa cerca de poblaciones, decidimos no desviarnos y aprovechar las primeras horas.

Hasta nuestra llegada a Moissac, no realizamos una pequeña parada para repostar agua.
Aprovechamos el descanso para tomar un segundo desayuno en el que no puede faltar el «pain aux chocolat».
A partir de este kilómetro, la llegada a Toulouse se hace de rogar. El calor aprieta de lo lindo, y los plataneros que nos daban sombra, han desaparecido.

Más tarde y al no encontrar servicios, decidimos refrescarnos con el agua del propio canal, mojando nuestros maillots y así, intentar sofocar el calor.
Finalmente, la entrada a Toulouse resultó fácil y en cuanto vimos la estatua de Jean Paul Riquet, en la que se indica la “unión de los dos mares”, dimos por terminado el canal del Garona.
Sin demora, llegamos al hotel reservado delante de la estación de tren Toulouse-Matabiau, que al día siguiente sería el punto de salida hacia: El canal del Midi.
Y así finalizamos esta primera aventura que pese al calor de un mes de agosto, resulta recomendable de realizar por sus paisajes, anécdotas y recuerdos forjados.
Alojamientos.
Sauveterre-de-Guyenne.
Para la primera etapa del canal de Garona escogimos reservamos una habitación en Hotel de Guyenne.
Un sencillo hotel en la misma entrada de la población, a un precio muy asequible y con desayuno espectacular.
Así mismo, disponen de carta y menú con muy buena relación calidad-precio.
Además disponen de un garaje para guardar las bicicletas.
Agen.
En esta ocasión alquilamos un apartamento, céntrico, tipo estudio pero que dispusiera de lavadora y un supermercado cercano.
Resultó ser una zona muy tranquila y que nos hizo que la segunda etapa del viaje, fuera muy cómoda, después de los kilómetros realizados.
Toulouse.
Os recomendamos el hotel Ibis Styles Toulouse Gare Centre Matabiau dispone de una sala para guardar las bicicletas.
Se puede degustar un fantástico desayuno tipo buffet a partir de las 6 de la mañana.
En cuanto a las habitaciones, son silenciosas, amplias y con todas las comodidades.
En referencia a su ubicación, es el punto de inicio del canal del Midi, justo enfrento de la estación de tren de Toulouse-Matabiu. Y además, se encuentra a 5 minutos del centro histórico caminando.