La Suerte.
¿Qué es la suerte? ¿Se nace con ella? ¿Se puede aprender a tener suerte? Yo no creo en la suerte. Tener una meta clara, trabajarla, tener el valor de renunciar a unos deseos para llegar a otros. No es suerte, es enfocarte en el camino que quieres seguir.
Una de las frases que más escucho cuando ven nuestras fotografías en las redes sociales o algún post explicando alguno de los viajes que hacemos, es: ¡Que suerte!
Podría expresarlo de muchas maneras pero precisamente suerte, no es. No creo en la suerte. Me considero afortunada por poder hacer lo que más me gusta, de compartirlo con quién quiero y de que lo que empezó siendo una afición, se ha convertido en mi estilo de vida. Y nada tiene que ver con la suerte. Yo escogí este camino.
También podría explicar todo lo que me aporta montar y viajar en bicicleta, y obviar lo malo, pero estaría justificando la forma de vida que elegí y sentenciándome, si un día decido cambiar.
A menudo se nos olvida preguntarnos si aquello que un día nos hizo felices, nos sigue emocionando hoy. Mecanizamos aficiones, amistades, parejas o incluso trabajos sin darnos cuenta de que no nos llenan y ni tan siquiera llegamos a plantearnos un cambio. El miedo, la presión social e incluso las responsabilidades nos hacen creer que no podemos reinventarnos. Y aunque cada uno sabe lo que tiene, siempre, siempre, hay un pequeño gesto, un pequeño cambio que pueden transformarlo todo y hacer que los ojos nos vuelvan a brillar.
Grandes cambios no están al alcance de todos, pero con los pies en suelo, y dentro de nuestras posibilidades, todas esas intenciones que tanto nos bombardean la cabeza, las podemos convertir en metas a través de proyectos. Y esto implica arriesgar y renunciar. Acción y reacción. Prueba y error.
Somos dueños de nuestras vidas con la única certeza de que tiene fecha de caducidad, y por eso, merece la pena escribir el guión de nuestra vida con tantos capítulos como queramos, arrancando las páginas que no nos representan e inventando el final que más nos convenga.
¿Y tú? ¿Aún crees en la suerte?