Empordà medieval en bicicleta.
La ruta del Empordà Medieval en bicicleta transcurre por el Baix Empordà, en la provincia de Girona. En el período medieval, l’Empordà estuvo marcado por la presencia de diferentes culturas y civilizaciones, ya que debido a su ubicación costera y sus recursos naturales, fue una zona estratégica motivo de conflictos y disputas territoriales.
Gracias a esto, los municipios de la región experimentaron un desarrollo económico notable, especialmente con el comercio marítimo y la agricultura, y a pesar de la plaga de la filoxera, aparecida en el año 1879 y que obligó a emigrar a muchas personas a las colonias de ultramar, poco a poco se ha ido recuperando la industria vinícola y hoy en día sus vinos DO Empordà son muy reconocidos y apreciados, así como el aceite de oliva virgen extra.
Pero sin duda alguna, la definición por excelencia la hizo el escritor Josep Pla. L’Empordanet: Geografía amable y equilibrada entre los macizos del Montgrí y las Gavarres, entre bosques de pino y encinas y sus acogedoras gentes rurales, salpicada de pequeños pueblos medievales con encanto donde el clima y la piedra nos harán vivir momentos privilegiados.
Datos útiles.
De igual forma que en la ruta de Guara y el Somontano en bicicleta, nos alojamos en un apartamento y realizamos la ruta en bicicleta en una jornada, aprovechando el resto de los días para visitar una bodega y un molino de aceite y realizar las correspondientes catas, y finalizamos nuestra estancia con la visita al castillo de Gala-Dalí, en la localidad de Púbol.
Este recorrido también se puede realizar en dos jornadas, si lo haceís así, os recomendamos dormir en Monells, cerrando el circulo al día siguiente.
La ruta realizada es apta para todo tipo de bicicletas excepto las de carretera, ya que transcurre por carreteras secundarias bien asfaltadas y pistas de tierra en perfecto estado, siendo una ruta ideal para bicicletas gravel.
Al pasar por varias localidades no tendremos problemas para encontrar agua ni para comer alguna cosa. Aún así, llevar al menos dos bidones e ir reponiendo, más aún si hace calor, ya que la ruta pasa por muy pocos lugares con sombra.
Un poco de historia.
La historia cultural del Baix Empordà es tan variada como fascinante, marcada por una rica diversidad de influencias que han dejado su huella en el arte, la arquitectura, la gastronomía y las tradiciones de la comarca.
Arquitectura medieval y renacentista: El Baix Empordà cuenta con un rico patrimonio arquitectónico que incluye iglesias románicas, castillos medievales y casas señoriales renacentistas. Ejemplos destacados son la iglesia de Sant Pere de Pals, el castillo de Begur y el Palau Solterra en Torroella de Montgrí.
Pintura y arte moderno: La comarca ha sido hogar y lugar de inspiración para muchos artistas a lo largo de los siglos. Durante el siglo XX, especialmente en la segunda mitad, la Costa Brava, que abarca parte del Baix Empordà, atrajo a numerosos pintores y artistas, como Salvador Dalí, que dejaron una profunda impronta en la región.
Gastronomía: La cocina del Baix Empordà es una fusión de sabores mediterráneos y tradiciones culinarias catalanas. Destacan platos como la “suquet de peix” (guiso de pescado), los “cargols a la llauna” (caracoles a la brasa) y los “arrossos” (arroces), así como los vinos de la Denominación de Origen Empordà.
Arte contemporáneo y eventos culturales: El Baix Empordà alberga una próspera escena artística contemporánea, con galerías de arte, exposiciones y eventos culturales que atraen a artistas y visitantes de todo el mundo. Además, la comarca cuenta con museos dedicados a la historia local, el arte moderno y otras disciplinas.
En resumen, la historia del Baix Empordà es un reflejo de la historia de Cataluña y de España, marcada por periodos de prosperidad y desarrollo, pero también por conflictos y adversidades que han dejado su huella en el territorio y en la identidad de sus habitantes.
La ruta:
Sant Antoni – Cruïlles – Madremanya – Monells – Peratallada – Pals – Sant Antoni.
Salimos desde Sant Antonio de Calonge por el paseo marítimo y nos dirigimos a Calonge, a través de una carretera secundaria para poco después enlazar con el coll de La Ganga.
Después de una divertida bajada, tomaremos el cruce a la izquierda hacía Cruïlles para seguir en dirección a Sant Sadurí de l’Heura, donde es parada obligatoria visitar el Cafetí de La Concordia y tomar un buen desayuno ya que en breve, empezará algún que otro repechón a través de una pista totalmente ciclable.
Una vez salimos de esta localidad, nos adentramos a través de una pista en buen estado y bien indicada hasta llegar a Madremanya. Esta población medieval es una de las localidades indispensables que hay que visitar. Sus calles empedradas ofrecen un viaje en el tiempo que nos transportan a la época medieval. La iglesia románica de San Esteban es uno de sus principales atractivos históricos.
Rodeado de paisajes naturales espectaculares, es un destino perfecto para los amantes del turismo rural y la tranquilidad.
Su gastronomía local, destacando platos como el cerdo a la brasa o la coca de recapte, deleita a los visitantes con sabores auténticos de la región.
Después de esta visita, nos dirigimos hacia La Pera por una carretera solitaria, en la que pararemos antes de llegar para ver la Ermita de Sant Andreu de Pedrinyà. Púbol será nuestra siguiente parada, aquí se encuentra el Castillo de Gala – Dalí.
Seguimos la ruta hacia Monells y damos una vuelta por su plaza mayor, rodeada de arcos de piedra y casas históricas para tomar unas fotografías. El Puente Románico sobre el río Rissec es uno de los puntos de interés más destacados, ofreciendo vistas pintorescas del entorno natural.
En Monells, la gastronomía local es exquisita, con platos típicos como la escalivada o el suquet de peix, que se pueden disfrutar en los acogedores restaurantes del pueblo, y también de algunos hoteles excepcionales, como el Hotel Summum, situado en pleno corazón histórico; un hotel boutique ubicado en un edificio del S.XV y que cuenta con instalaciones y servicios para todo tipo de ciclistas, ya sea en Gravel, Mountain Bike, ciclismo de carretera o E-bike.
Además, Monells es conocido por ser escenario de diversas producciones cinematográficas y publicitarias gracias a su belleza atemporal.
Corçà, los pequeños Casavells y Matajudaica, y el precioso Ullestret con un importantepoblado ibérico, son los siguientes municipios hasta llegar a Peratallada, donde decidimos hacer el último tentempié.
Peratallada, uno de los pueblos medievales más impresionantes de la provincia de Girona, cautiva con sus calles estrechas y su atmósfera medieval intacta. Su imponente castillo y murallas ofrecen una vista fantástica del pueblo y sus alrededores. Los edificios de piedra dorada y las fachadas bien conservadas transportan a los visitantes a tiempos pasados. La Plaza Mayor es un lugar encantador en el que encontramos varios restaurantes y bares para poder comer algo.
Una pista bien compactada sobre el trazado de Pirinexus, nos lleva hasta Pals. Este municipio es, como decía Josep Pla, el mirador de L’Empordanet desde el Pedró de Pals.
En Pals, puedes sumergirte en su atmósfera medieval explorando sus calles de piedra y sus monumentos históricos, como la iglesia de Sant Pere. También puedes disfrutar de vistas panorámicas desde lo alto de la torre del Homenaje donde las vistas alcanzan hasta el mar a través de sus campos de arroz, el producto por excelencia de Pals.
Seguimos los últimos kilómetros de la ruta a través de las indicaciones Pirinexus, encontrando los pueblos de Torrent, con su famoso Museo de la Confitura, Palafrugell con un rico patrimonio cultural como el Museo del Corcho, el centro de arte contemporáneo Can Mario y el Jardín Botánico de Cap Roig, en el que en verano se realiza un festival de música con grandes artistas.
A través de una llana y cómoda vía verde, la del Tren Petit, llegaremos hasta la población costera de Palamós, donde además de tomar unas Gambas de Palamós, podemos visitar la lonja de pescado en el puerto, el Museo de la Pesca o pasear por las calles de su centro comercial donde encontraremos referencias de los ataques piratas e historia de este municipio de origen pesquero.
A escasos dos kilómetros terminamos nuestra ruta por el Empordà medieval en bicicleta. Llegamos a Sant Antoni de Calonge a través del paseo marítimo que nos presenta una bella estampa del atardecer con su extensa playa como telón de fondo. Una población tranquila, de turismo familiar, en la que disfrutar después de esta jornada de bicicleta con una fantástica cena en el Restaurant Kubansky, un clásico de Sant Antoni de Calonge desde 1962 en el que se fusiona la cocina tradicional catalana con los sabores más modernos del mediterráneo.
Lugares que visitar:
Como os hemos ido contando en el transcurso de la ruta además del patrimonio arquitectónico, tanto de castillos, iglesias y cascos urbanos donde la esencia medieval es la protagonista, el Empordà también ofrece una amplia oferta de negocios dedicados a antiguos oficios que generación tras generación han sabido mantener y ofrecer sus conocimientos y productos al turismo.
Finca Fontclara (Fontclara).
La Finca Fontclara es la historia de un flechazo, la de su propietario Roland Zanotelli con el Empordà, sus paisajes, su gastronomía, sus tradiciones, y con sus olivos.
Esta finca está situada en el corazón del Baix Empordà, entre los encantadores pueblos medievales de Peratallada, Palau-Sator, Ullastret y Pals (y que es conocido popularmente como el triángulo de oro del Empordà.
Cuando el Sr. Zanotelli compró la finca rodeada de campos de olivos centenarios, fruto de esta historia de amor con los olivos, y de su carácter emprendedor, nació el aceite Fontclara, el cual comercializó por todo el mundo con las variedades Argudell, (una aceituna típica del Empordà), la Picual y la Arbequina. Para completar esta producción en breve se comercializará una variedad italiana llamada Fantolio. En total 8.000 olivos repartidos en 60 hectáreas, de los cuales muchos son centenarios. La almazara está situada en la misma finca, lo que hace que tras la recolección y selección de la aceituna, se traslade inmediatamente para empezar a ser prensada y así mantener las características organolépticas del mejor aceite de oliva virgen extra.
Comenzamos la visita paseando a través de los diferentes espacios de la finca, donde se aprecia la importancia de la integración de la misma con el paisaje y los métodos utilizados para aprovechar al máximo los criterios de sostenibilidad, con un cultivo claramente ecológico y respetuoso con el medio ambiente.
Tras estas explicaciones, nos sentamos en el jardín para realizar la cata. De la misma forma que en un cata de vino, los sentidos involucrados son vista, olfato y gusto. Los hay afrutados, picantes, frescos, herbáceos, dulces… Su carácter, aroma, sabor, textura y color dependen en gran medida de la tierra en la que crecen los olivos que forjan su esencia, pero también de la variedad y tratamiento de su fruto y del momento en que se recogen.
Durante la fase visual examinamos su color, que irá del amarillo dorado al verde intenso en función de si es maduro y dulce o más herbáceo siendo más amargo. Deberá estar limpio y brillante como signo de frescura.
En la fase olfativa, templaremos el vasito con las manos frotándolo suavemente, este debería tener unos 26ºC, y desde una altura de medio pecho, al destaparlo deberíamos poder apreciar su aroma y así reconocer olores que nos recuerden a frutas como lapera, el melón o la manzana… Otros como musgo, hierba recién cortada o higuera. Estos aromas no guiaran en la siguiente fase, la gustativa.
Para hacerlo bien, hay que distribuirlo por toda la cavidad bucal, y conseguir que la recorra lentamente. Los sabores dulces aparecerán en la parte frontal de la lengua, mientras que los sabores verdes, amargos y picantes, los distinguiremos en la parte posterior del paladar.
Las sensaciones gustativas más frecuentes son: dulce, amargo, picante, verde, frutales y frutos secos. Una vez hayamos vaciado la boca de aceite, comprobaremos si persiste alguna sensación gustativa, es decir, si aparece algún retrogusto que nos aporte nuevos matices.
Terminada la cata de aceite, realizamos la visita a la almazara para así, entender todo el proceso mejor. Nuri Torret, directora de la marca, nos explica todo el proceso: Desde el cuidado de los olivos, la recolecta de la aceituna, el proceso de elaboración y finalmente la conservación y el envasado. El primer paso es adecuar la temperatura de la aceituna recolectada para el prensado, el lavado de las mismas, y el posterior traslado a una cinta transportadora en donde pasa por unos circuitos de aire que las seca antes de entrar en la trituradora. Justo antes de esta fase, una persona desecha manualmente las aceitunas en mal estado, demasiado maduras o las impurezas que se hayan podido quedar en la primera parte del proceso, como algún pequeño caracol o una rama por ejemplo, para por último, llegar a la prensa.
Antes de pasar a los tanques finales de almacenamiento, el aceite pasa por un sistema de filtración y decantación para dejarlo totalmente puro antes de ser envasado. Cabe decir, que en la tienda de la misma almazara, hay un aceite que se llama Oli de Primer Raig, que es justamente el primer chorro sin filtrar.
El aceite se conserva en tanques y se envasa bajo pedido o en pequeñas cantidades para tener stock en la propia tienda de las variedades Arbequina, Picual y Argudell, para así conservar todas sus propiedades organolépticas al 100%.
Sin duda alguna resultó una experiencia muy enriquecedora que nos dejó con las ganas de saber mucho más de este bien tan preciado, el oro líquido, y os recomendamos encarecidamente que visitéis la finca y disfrutéis del paseo entre olivos mientras Nuri os explica su historia, cultivo y cuidados hasta llegar al consumidor final.
Los aceites Fontclara cuentan con la certificación del Consejo Catalán de la Producción Agraria Ecológica (CCPAE)
El equipo de Fontclara tiene un objetivo común, que va mucho más allá de producir el mejor aceite de oliva virgen extra: hacer pedagogía y compartir todos los secretos sobre este aceite y su territorio con todos aquellos que comparten esta pasión con Roland Zanotelli, fundador de Fontclara, y Nuri Torrent, directora de la marca.
Bodegas Clos d’Agon.
Si algo tenemos claro, es que gastronomía y cultura van de la mano y tras recorrer L’ Empordà, una comarca en la que la enología está tan presente, no podíamos irnos sin visitar una de las bodegas más emblemáticas de la zona: Clos d’Agon, situada en el municipio de Calonge, en el centro de una zona privilegiada para la viticultura, la Conca del Tinar.
Nos gustan los vinos hechos con cariño, y nos gusta aún más conocer la historia que hay detrás de cada uno de ellos. Como fueron sus inicios y el nacimiento de la finca en la que se originó dicho proyecto.
La historia de la bodega Clos d’Agon arranca en 1987, cuando un matrimonio francés decide comprar la antigua masía de Mas Gil, conocida en el siglo XV como Mas Sabaté y desde 1792 como Mas Gil, donde ya había 12 hectáreas de viña plantadas con variedades híbridas, marcos de plantación estrechos y conducciones en vaso. Estos propietarios se dejan asesorar por profesionales como Pierre Galet y André Crespy, catedráticos de la universidad de Montpellier y deciden arrancar la viña antigua y plantar variedades francesas de prestigio para la elaboración de vinos de calidad.
Tras esta etapa, seis amigos suizos amantes del vino, entre ellos Franz J. Wermuth (Les Grands Vins Wermuth), Frank Ebinger (Casa del Vino Ebinger) y Silvio Denz (Château Faugères, Chateau Rocheyron, Château Lafaurie-Peyraguey, Montepeloso) adquirieron este renombrado entorno vitícola en el año 1998 y contrataron como asesor al enólogo Peter Sisseck que elabora en Ribera del Duero grandes vinos como Pingus, Hacienda Monasterio, etc.
A partir de este momento empieza un nuevo proyecto encarado hacia un aumento de la producción de vinos de calidad con el aumento de la superficie de plantación, recuperando antiguos bancales en las partes más altas de la finca, y con la construcción de una nueva bodega diseñada por el arquitecto Jesús Manzanares e inspirada en el maravilloso Mondrian, jugando con elementos como la madera y el hormigón, y colores que hacen que el edificio quede totalmente integrado en el espacio.
Actualmente, el director técnico Miguel Coronado sigue trabajando para intentar sacar el máximo partido al terruño particular de Clos d’Agon, y con ello seguir elaborando grandes vinos que se caractericen por un marcado estilo y calidad.
Nuestra visita empieza en la oficina de la bodega Clos d’Agon, donde nos recibe Anna y desde la terraza con vistas generales a la finca, nos sitúa y nos cuenta la interesante historia del origen de estas bodegas.
Seguidamente nos dirigimos a un viñedo cercano en el que se encuentra un mapa de la finca y sus diferentes variedades, formas de poda y suelo, y nos cuenta una curiosidad: no se riegan. La Conca del Tinar está protegida por Les Gavarres custodiando los viñedos de la fuerza de la Tramuntana, con una ligera pendiente en dirección al mar que, con su suelo entre arcilla y pizarra, goza de un buen drenaje. Y tener la costa mediterránea a escasos 5 kilómetros, hace que se mantenga la humedad en la tierra y se cree un particular microclima.
Volvemos a la bodega y ahora entramos en la sala de elaboración y procesado. Con una gran explicación técnica, Anna nos enseña el paso a paso desde la vendimia hasta su embotellado, variedad por variedad, cada uno con sus tiempos dirigidos por el enólogo, para terminar en la sala de barricas. Roble francés renovado cada 3 años.
Regresamos a la terraza donde nos espera la cata de vinos en una pérgola acristalada, con unas vistas impresionantes entre el mar y la montaña y los municipios de Calonge y Sant Antoni.
La mesa está preparada con las copas y un salvamanteles con todos los vinos y sus coupages. Acompañamos los vinos escogidos por Anna, con un surtido de quesos que resulta un maridaje perfecto. Cada vino lo complementa con una introducción que nos guía durante la cata. Descubrimos la gama Amic, vinos jóvenes en blanco, tinto y rosado, frescos, desenfadados, unos vinos fáciles de beber a diario.
Pasamos a los Valmaña. Su tinto, de Merlot y Syrah, un clásico de la bodega. El blanco, fresco con un aroma a magnolias típico de la Viognier, frutas blancas y tropicales de la Marsanne… En resumen, un blanco goloso y elegante.
Otro de los vimos que descubrimos es un delicioso rosado, Alba del Tinar realizado con Garnacha gris y Cabernet franc. Es un vino con un color rosa pálido, pero en nariz deja un olor profundo a frutas rojas frescas, destacando las fresas, suave olor a flores blancas y vainilla. Un indispensable en nuestras bodegas.
Terminamos la cata con el pilar de la bodega, los Clos d’Agon. Vinos de muy alta calidad que expresan el terroir, la excelencia e identidad. Un tinto con la mejor selección de Cabernet Sauvignon, Petit Verdot, Syrah y Cabernet franc. Aroma a frutas rojas y negras maduras, taninos elegantes con un gran cuerpo y persistencia en boca.
El Clos d’Agon blanco con un coupage de la mejor selección de Roussane, Viognier y Marsanne. Miel, flores blancas, frutas maduras con un final especiado y mineral. Resulta con un final amargo pero elegante, que te invita a continuar.
Nuestra experiencia termina con la visita a la tienda para adquir algunos de los vinos que catamos de la mano de nuestra guía. ¡Muchas gracias por todo, Anna!
Mas Gil – bodega Clos d’Agon, además de ofrecer diferentes tipos de visitas y catas de sus líneas de vinos, también realiza experiencias como E-wine (un recorrido en bicicleta eléctrica entre viñas), puedes descubrir la finca con un pic-nic con vistas al mar, visitas y catas con el enólogo, reuniones de empresa, eventos con un chef privado e incluso bodas en la masía que da nombre a esta finca.
Sin duda, unos viñedos, una elaboración y unos vinos de los que irse más enamorado aún, si cabe, de esta comarca.
Casa Castillo Gala-Dalí (Púbol).
Dalí adquirió este castillo en 1969 para regalárselo a Gala, su musa, al que solo podía asistir con invitación expresa escrita a mano de ella, creando así una prolongación de la casa de Portlligat. Este espacio esta abierto al público desde 1996 y en él, Salvador Dalí realizó un gran esfuerzo creativo para crear un lugar apropiado en donde su esposa pudiera descansar y refugiarse, tras el paso del tiempo se acabó convirtiendo en el último taller del artista y finalmente en un mausoleo para su musa.
«Te regalo un castillo gótico, Gala.
Acepto con una condición, que
solo vengas a visitarme al Castillo con
invitación. Acepto, ya que lo acepto en
principio todo a condición de que haya condiciones.
Es el principio mismo del amor cortés».
Sin duda, para los amantes del arte y la fantasía de Dalí, el castillo-casa Gala, es un espacio para aprender más del artista, sumergirnos en el universo daliniano y en su maravillosa locura ampurdanesa.
«Todo celebra el culto de Gala, hasta la habitación redonda, de eco perfecto, que corona el conjunto de la edificación y que es como una cúpula de esta catedral Galáctica; y cuando me paseo por esta casa, me miro y veo mi concentricidad. Me gusta su rigor moruno. Me faltaba ofrecer a Gala un estuche más solemnemente digno de nuestro amor. Por ello le regalé una mansión edificada sobre los restos de un castillo del siglo xii, en La Bisbal, el antiguo castillo de Púbol, donde ella reina como soberana absoluta, hasta el punto de que yo no la visito si no es con una invitación escrita de su mano. Me he contentado con decorar sus techos para que, al levantar los ojos, me encuentre siempre en su cielo».