Girona en bicicleta a través de sus comarcas.

Girona y sus comarcas en bicicleta. Un total de 285 kilómetros recorridos en tres etapas y en bikepacking, con bicicletas gravel, añadiendo así la libertad de hacerlo a través de vías verdes, carreteras secundarias y algún tramo de pista forestal. 

El atractivo de esta ruta es la gran diferencia entre cada una de las comarcas que recorremos. Empordà, Gironés, Pla de l’Estany, La Selva y La Garrotxa tan cerca y tan diferentes entre sí.

Conoceremos Girona, Figueres, Banyoles y Olot cruzando pequeñas localidades medievales como Pals y de tradición pesquera como L’Escala, regresando al punto de inicio a través de la Vía Verda del Carrilet

Girona en bicicleta a través de sus comarcas.

Datos útiles.

La provincia de Girona dispone de buenas carreteras secundarias e incluso de una fantástica vía verde por lo que el viaje no tiene ninguna dificultad. Esta ruta puede realizarse con cualquier bicicleta excepto carretera, ya que asfalto se recorre en muy poco porcentaje.

Su punto de inicio es en Sant Antoni de Calonge por ello, en cuanto a servicios, encontramos en todo momento lugares para repostar nuestros bidones, comer algo o descansar mientras hacemos alguna visita cultural. 

Las etapas:

Sant Antoni de Calonge – Roses.

Salimos de Sant Antoni de Calonge recorriendo el trazado de Pirinexus hacia Palafrugell, Torrent, Pals y un seguido de pueblos medievales cada pocos kilómetros. 

Sant Feliu de Boada. Pueblo medieval que encontramos a nuestro paso por el Baix Empordà.

Pals es uno de los muchos pueblos medievales que hay en el Empordà, con un casco antiguo bien conservado y mucha historia, unas casas espectaculares, reformadas y casi todas, de segundas residencias. Sin duda, merece la pena pararse y dar un paseo por sus calles. 

En este punto también tenemos el mazizo del Montgrí con su imponente castillo como punto de referencia a nuestra derecha. Llegados a Torroella de Montgrí, cruzamos el río Ter a su otra orilla, dejando el interior para irnos acercando a la costa de nuevo. 

La siguiente parada que hicimos ya fue en L’Escala. Era la hora de comer y aunque normalmente en ruta no hacemos grandes comidas como os hemos contado en nuestra Guía de nutrición en el cicloturismo, este día nos decidimos por un menú de tapas muy completo en un restaurante que os recomiendo, el 1860. 

L’Escala es otro de los municipios que merece la pena visitar si estáis por la Costa Brava. Dispone de dos núcleos bien diferenciados; uno donde se mantiene la esencia del pequeño pueblo pescador que fue y producto de esta tradición habréis oído hablar de las “Anxoves de L’Escala”. Y el otro, la zona más turística y nueva, de apartamentos de segundas residencias. Os animo a que visitéis su pequeño cementerio de pescadores, las calles del centro, y alguna de sus pequeñas playas. Y si podéis coincidir con su famosa Festa de la Sal, quedaréis maravillados con la representación de cómo era la vida aquí y la influencia pesquera en el municipio.

La ruta continua a través de carriles bici y vía verde bien señalizada hasta la siguiente parada y fin de la etapa del día: Roses.

Roses – Olot.

Salimos de Roses en dirección a Figueres. Si vais con tiempo podéis dar un paseo por sus calles peatonales, comercios e incluso visitar el Museo Dalí (tener en cuenta de reservar a través de su web).

Unos kilómetros más tarde paramos en Ordis a tomar un café. Después de unas cuestas increíbles por pista boscosa, llegamos a Banyoles. Seguramente lo conocéis por su lago, L’Estany de Banyoles. Os recomendamos dar la vuelta al lago, ya sea en bici o caminando.

Es un itinerario de unos 8 kilómetros. Descubriréis pequeños parques con pasarelas sobre el lago y en su lado más cercano a la población, las encantadoras casas pesqueras que antiguamente eran pasarelas y evolucionaron a pequeñas casas usadas para pescar, como su nombre indica. Esta vez no nos acercamos a él, nos quedamos la Plaza Mayor y comer algo. 

Girona en bicicleta a través de sus comarcas.

Para salir en dirección a Olot escogimos la carretera de Banyoles a Sta. Pau, preciosa, poco transitada pero eso sí, con un desnivel importante. Y llegamos a Olot.

Olot – Sant Antoni de Calonge.

El último de día de ruta es muy fácil ya que transcurre a través de la Vía Verda. Desde Olot hasta casi Girona es todo bajada, cosa que después de los dos días anteriores y los kilómetros que teníamos por delante, se agradece.

En Girona tenéis que perderos por su casco antiguo, hacer una parada delante de la imponente Catedral de Girona, disfrutar de alguna de sus cafeterías ciclistas, probar el delicioso “Xuxo de Girona”.

Seguimos las indicaciones de la Via Verda dejando la ciudad y volvemos a pasar por numerosos pueblos, esta vez a través de campos; Cassà de la Selva, Llagostera, más tarde vienen Santa Cristina de Aro y así hasta llegar de nuevo a la costa, Sant Antoni de Calonge, nuestro punto de partida 3 días antes.

Girona en bicicleta a través de sus comarcas.

Alojamientos

Hotel Montmar (Roses)

En Roses nos alojamos en el hotel Montmar, muy recomendable. Es un hotel a pocos minutos del centro, moderno y con un personal muy amable. Importante decir que disponen de un lugar para guardar las bicicletas. Y el desayuno, tipo buffet abundante en cuanto a variedad y calidad.

Hostal Sant Bernat (Olot)

En Olot estuvimos en el Hostal Sant Bernat. Sencillo, simple y con todas las comodidades. Además disponen de un gran garaje para guardar las bicicletas, y un kit de herramientas básicas para darle un repaso a la bicicleta.

En cuanto a su ubicación, es perfecto. Se encuentra a 5 minutos a pie del casco antiguo y con vistas a la montaña y el volcán Montsacopa. Cabe destacar también, el fantástico desayuno.

Visitas turísticas

Que ver en Roses

1- Ciudadela de Roses

Fortaleza amurallada del siglo XVI, construida para proteger la ciudad de los ataques de piratas y franceses, se encuentran vestigios de la antigua ciudad griega de Rhode, restos de una villa romana y un monasterio románico lombardo del siglo XI.

2- Casco antiguo de Roses

Recorrer las estrechas calles peatonales del casco antiguo hasta encontrar la Iglesia de Santa María, que sobresale por su fachada neoclásica. Durante el paseo por calles como la de Sant Sebastiá, Joan Badosa y Doctor Pi i Sunyer, te encontrarás con multitud de tiendas que venden artículos de todo tipo, desde souvenirs hasta complementos para ir a la playa, además de bares y restaurantes.

3- Castillo de la Trinitat

Al final del paseo que bordea el mar llegarás al faro y un poco más arriba, al castillo de la Trinidad, que corona la punta de la Poncella.

Esta inexpugnable fortaleza militar del siglo XVI, protegía a base de imponentes cañones la zona del puerto y la costa de los ataques por mar, siendo un complemento perfecto de la Ciudadela.

Una vez arriba del castillo puedes disfrutar de las mejores vistas de la Bahía de Roses.

4- El paseo marítimo

Uno de los mejores atractivos de la localidad de Roses es su extenso paseo marítimo, repleto de restaurantes y esculturas. Es el lugar perfecto para salir a dar un paseo, sobre todo cuando se pone el sol, ya que el descenso de las temperaturas y la brisa del mar lo convierten en un lugar muy agradable.

5- Cabo de Creus y Marismas del Ampurdán

Por los alrededores de Roses encontramos dos de los principales parques naturales de Cataluña: el parque natural dels Aiguamolls del Empordà (Marismas del Ampurdán) y el parque del Cabo de Creus.

Ambos parajes son increíbles desde el punto de vista biológico. Las Marismas del Ampurdán es el refugio de miles de especies migratorias y cuenta con carteles informativos y señales que nos indicarán diferentes rutas de senderismo. El Parque Natural de Cabo de Creus es espectacular, cuenta con pequeños islotes y calas de ensueño muy poco masificadas y con un rico fondo marino.

Que ver en Olot

1- Iglesia de Sant Esteve

Este gran templo, uno de los emblemas de la ciudad, fue construido en el siglo XVIII sobre otro anterior románico que fue derribado en un terremoto en el siglo XV. Su fachada es neoclásica con tres hornacinas vacías, que tuvieron estatuas de San Esteban, San Valentín y Santa Sabina pero que fueron destruidas. Tiene un elegante campanario, que iba a ser hermano de otro al otro lado de la fachada, pero que nunca se llegó a construir.

2- Volcanes de Olot

Alineado entre los volcanes de la Garrinada y de Montolivet, el Montsacopa tiene un cráter circular producto de una erupción estromboliana poco explosiva de hace unos 100.000 años. Declarado Reserva Natural del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, está integrado plenamente dentro del núcleo urbano de la ciudad. La iglesia de Sant Francesc y las dos atalayas en la cumbre del cráter hacen del Montsacopa un lugar de incomparable belleza paisajística. Su desnudez y la excepcional ubicación lo han convertido en un magnífico mirador de la ciudad de Olot, de gran parte de la zona volcánica y de la Alta Garrotxa e incluso de las cimas más próximas de los Pirineos.

3- Parc Nou y de la Moixina

El Parc Nou es el Jardín Botánico de Olot, donde se conservan valiosos reductos de robledal de roble común, que constituye la vegetación potencial de la plana de Olot. La gran diversidad de especies vegetales que contiene este robledal y la necesidad de preservarlo en su total integridad llevaron a la creación del Jardín Botánico.

Dentro del recinto del Parc Nou, hay el Casal de los Volcanes. En la planta baja, se hospeda el Museo de los Volcanes, el único en la península Ibérica sobre el hecho volcánico. En la primera planta, hay el Centro de Información del Parque Natural.

Muy cerca del Parc Nou encontramos los Parajes de la Moixina. Se trata de un lugar de gran interés geobotánico, con una diversidad biológica remarcable y que tiene como protagonista el agua.

El especial encanto de este paisaje ha inspirado a numerosos pintores.

4- Ruta del Modernismo

En Olot, el Modernismo tuvo una fuerte influencia sobre la arquitectura urbana. Ejemplos claros de ellos son las fachadas de las casas Solà Morales (Domènech i Montaner), Pujador (Azemar), Escubós, Gassiot y Gaietà Vila (Paluzie).

5. Cocina volcánica

Uno de los propulsores y embajadores de la gastronomía de la comarca es el colectivo Cocina Volcánica, 9 restaurantes que desde hace casi 20 años apuestan decididamente por mantener e incorporar en sus cocinas los productos propios de la privilegiada comarca de la Garrotxa, tierra de volcanes: judías, patatas moradas, alforfón, maíz blanco, trufas, hormigo, piumoc, serrat de oveja y buena carne, entre muchos otros, para ofrecer a todo el territorio, a su gente y a los visitantes una cocina de calidad, con personalidad, autóctona, creativa y variada.

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